Tumba de Rubén Darío
Desde que el poeta Rubén Darío fue enterrado en la Catedral de León el 13 de febrero de 1916, su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación para poetas y turistas de todo el mundo que visitan Nicaragua.
Obra de arte irrepetible
Los restos mortales del insigne poeta Rubén Darío descansan en la Insigne y Real Basílica Catedral de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María en la ciudad de León. La tumba de Darío está en el lado derecho del altar mayor, al pie de la estatua de San Pablo. Fue sepultado debajo de la escultura en tamaño real de un «león doliente», una obra del genial escultor granadino y padre de la escultura nicaragüense Jorge Navas Cordonero. El león doliente es una obra de arte irrepetible revestida de un toque emotivo más humanizado que el «león herido de Lucerna», al cual imita, un monumento del escultor danés Bertel Thorvaldsen.
Los restos mortales del insigne poeta Rubén Darío descansan en la Insigne y Real Basílica Catedral de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María en la ciudad de León. La tumba de Darío está en el lado derecho del altar mayor, al pie de la estatua de San Pablo. Fue sepultado debajo de la escultura en tamaño real de un «león doliente», una obra del genial escultor granadino y padre de la escultura nicaragüense Jorge Navas Cordonero. El león doliente es una obra de arte irrepetible revestida de un toque emotivo más humanizado que el «león herido de Lucerna», al cual imita, un monumento del escultor danés Bertel Thorvaldsen.
Los acompañantes de Darío
Muy cerca de la tumba de Rubén Darío, se encuentran las criptas de otros dos grandes poetas nicaragüenses, Salomón de la Selva y Alfonso Cortés. También lo acompañan muchos otros personajes ilustres de Nicaragua como el prócer Miguel Larreynaga; el músico José de la Cruz Mena; el sabio doctor Luis H. Debayle (amigo cercano de Rubén); el profesor Edgardo Buitrago; el primer obispo de León y último de Nicaragua monseñor Simeón Pereira y Castellón y el sacerdote Marcelino Áreas.
Muy cerca de la tumba de Rubén Darío, se encuentran las criptas de otros dos grandes poetas nicaragüenses, Salomón de la Selva y Alfonso Cortés. También lo acompañan muchos otros personajes ilustres de Nicaragua como el prócer Miguel Larreynaga; el músico José de la Cruz Mena; el sabio doctor Luis H. Debayle (amigo cercano de Rubén); el profesor Edgardo Buitrago; el primer obispo de León y último de Nicaragua monseñor Simeón Pereira y Castellón y el sacerdote Marcelino Áreas.
Las deslumbrantes honras fúnebres de Rubén Darío
Las deslumbrantes honras fúnebres de Rubén Darío
Se cree que los funerales de Rubén Darío fueron los más concurridos en la historia de la ciudad de León. El pueblo leonés se desbordó, se declaró duelo nacional, se redoblaron las campanas de todas las iglesias, se tiraron cañonazos y se realizaron homenajes en plazas y atrios. Escritores e intelectuales rindieron homenaje desde el extranjero, canéforas y musas desfilaron al lado de su ataúd. De cierta manera, las exequias de Rubén Darío en 1916 fueron un eco americano del funeral de Víctor Hugo que llenó las calles de París en 1885. De la misma manera que las autoridades civiles francesas no dudaron de que Víctor Hugo, plebeyo como era, debía descansar en el Panteón reservado hasta entonces a los grandes de Francia, el monseñor Pereira Castellón no dudó de que los restos mortales de Rubén Darío debían reposar ante el altar mayor de Catedral de Leónla catedral más imponente de Centroamérica.
Las deslumbrantes honras fúnebres de Rubén Darío
Se cree que los funerales de Rubén Darío fueron los más concurridos en la historia de la ciudad de León. El pueblo leonés se desbordó, se declaró duelo nacional, se redoblaron las campanas de todas las iglesias, se tiraron cañonazos y se realizaron homenajes en plazas y atrios. Escritores e intelectuales rindieron homenaje desde el extranjero, canéforas y musas desfilaron al lado de su ataúd. De cierta manera, las exequias de Rubén Darío en 1916 fueron un eco americano del funeral de Víctor Hugo que llenó las calles de París en 1885. De la misma manera que las autoridades civiles francesas no dudaron de que Víctor Hugo, plebeyo como era, debía descansar en el Panteón reservado hasta entonces a los grandes de Francia, el monseñor Pereira Castellón no dudó de que los restos mortales de Rubén Darío debían reposar ante el altar mayor de Catedral de Leónla catedral más imponente de Centroamérica.
La magnitud de la muerte de Rubén Darío
La magnitud y el sentido del duelo por la muerte de Rubén Darío quedaron plasmados en el león doliente, cuyo rostro humanizado parece llorar por la muerte del poeta. La vasta memoria fúnebre de Rubén Darío, los titulares de la prensa de la época, la estela infinita de las elegías, los sonetos y acrósticos que tantos poetas y poetastros escribieron a lo largo y ancho de América, el testimonio sepia de las fotografías que lo muestran de cuerpo presente, el óleo que retrata su agonía, la oscura carroza de su último paseo, los públicos desfiles, el dolor sincero de tantos y el errante destino del frasco que contiene su cerebro, todo se plasmó en el rostro doliente del león que custodia su tumba.
La magnitud y el sentido del duelo por la muerte de Rubén Darío quedaron plasmados en el león doliente, cuyo rostro humanizado parece llorar por la muerte del poeta. La vasta memoria fúnebre de Rubén Darío, los titulares de la prensa de la época, la estela infinita de las elegías, los sonetos y acrósticos que tantos poetas y poetastros escribieron a lo largo y ancho de América, el testimonio sepia de las fotografías que lo muestran de cuerpo presente, el óleo que retrata su agonía, la oscura carroza de su último paseo, los públicos desfiles, el dolor sincero de tantos y el errante destino del frasco que contiene su cerebro, todo se plasmó en el rostro doliente del león que custodia su tumba.
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